Surge la necesidad de proteger las especies autóctonas de árboles frutales

Surge la necesidad de proteger las especies autóctonas de árboles frutales

Muchos eslovacos, después de la revolución, empezaron a seguir diferentes olas de la moda, a menudo muy ajenas a sus raíces y a veces también al sentido común. También en la fruticultura. Los viejos árboles casi no existen o están cortados de tal manera que parecen mutilados.

Es muy común oír el consejo de un campesino viejo: ”¡Corta aquellos árboles, solamente estorban!”, a pesar de que llevan una cosecha abundante. Afortunadamente, no es así en todas partes y, además, va creciendo la comunidad de gente joven que se interesa en reanimar el respeto hacia las variedades oriundas de frutales. Uno de ellos, el checo Ondra Dovala, viene a Eslovaquia para enseňar cómo cambiar la actitud hacia los árboles y descubrir los tesoros originales de nuestro país.

”Considero que las variedades autóctonas son una parte integral del campo. Y no es, como algunos podrían pensar, que todas estén controladas, que sean conocidas. Había muchísimas variedades particulares, que caracterizaban cada pueblo, y aun cada valle, y que tenían a menudo un sabor incomparable. Además, esos frutales estaban muy bien adaptados a las condiciones locales. Y eso es lo que estamos perdiendo. Aunque esos frutos no fueran de gran tamaňo, se podían usar perfectamente para la fabricación de mermeladas, mostos, aguardientes o frutas pasas. Esta diversidad de sabores extraordinaria es lo que considero un tesoro que hay que proteger.” 

En el pueblo de Nová Bošáca, situado en la montaňa de Biele Karpaty (Los Cárpatos Blancos) funciona desde hace ocho aňosel centro ecológicoPangaea, que ejerce varias actividades con el fin de conservar las características originales de la naturaleza de esta región. Los miembros del centro van cultivando además un huerto y un jardín, ambos basados sobre los principios de permacultura, en los que también organizan varios seminarios y estancias laborales. Una de sus metas, hablando ya en concreto sobre sus actividades, es el mantenimiento de las especies autóctonas de los frutales. También Ondra Dovala impartió varios seminarios en el centro ecológico Pangaea y cautivó tanto a uno de los participantes que ese le invitó a su pueblo para divulgar su conocimiento también entre sus compatriotas. Es uno de los simples ejemplos, como nuevas visiones pueden contagiar siempre a más y más gente. La verdad es que Ondra Dovala tiene su calendario lleno y cada aňo sube el interés de los eslovacos y los checos en saber como cuidar mejor de los árboles frutales. Me ha interesado cuáles son sus principales motivos para buscar nuevas maneras de fruticultura y para volverse a las variedades de frutales oriundas de nuestras regiones. Lo he preguntado a algunos participantes del seminario:

”Lo que se vende en los supermercados en nuestro país ya no es comible. La única solución para mí es tener los alimentos propios. Pero no siempre es fácil cultivarlos y las variedades autóctonas son exactamente las más resistentes y también ricas.”

“Yo pienso que a los eslovacos les encanta trabajar en sus jardines, hacen lo que pueden, también en cuanto a sus frutales, pero no lo hacen bien, dado que se han dejado influir por los métodos de agricultura intensiva y no escuchan, no intuyen lo que realmente necesitan sus huertos y jardines.”

“He invitado al experto en fruticultura, pero el que lo hace de una manera tradicional, tal y como lo hacían nuestros antepasados, porque no me gusta la actitud que está de moda, la de cortar los árboles viejos y plantar en vez de ellos las variedades modernas que rinden frutos en dos aňos, pero que también mueren pronto. Es como una fábrica de frutos, ubicada en nuestros jardines, en vez de los árboles altos, viejos y abundantes que viven por muchos aňos y que tradicionalmente embellecían nuestro campo. A mi modo de ver hay que volver a lo autóctono, en este caso…”

 

Mária Mangová

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