Se conmemoran 31 años de la “Manifestación de las Velas”

El día 25 de marzo conmemoramos en la República Eslovaca el trigésimo primero aniversario de la llamada Manifestación de las Velas o también el Viernes Santo o el Viernes Grande bratislavense. Los historiadores destacan que la mencionada concentración, que tuvo lugar un día como hoy pero de 1988, fue uno de los acontecimientos históricos más importantes que posteriormente provocaron la caída del régimen comunista en Checoslovaquia. El 25 de marzo de 1988 en la capital eslovaca Bratislava, concretamente en la plaza de Hviezdoslav, tuvo lugar una concentración pacífica de creyentes que exigían en aquel entonces una mayor libertad religiosa, rechazando al mismo tiempo la censura en la prensa religiosa y la persecución de los representantes eclesiásticos, especialmente los sacerdotes católicos. Dicha concentración pasó a la historia bajo el nombre de Manifestación de las Velas, ya que la gente expresaba su desacuerdo portando en sus manos velas encendidas. La Manifestación de la Velas fue organizada por los eslovacos que residían en el extranjero y por una organización católica clandestina en Eslovaquia. Las personas que participaron en la manifestación exigían el cumplimiento de las recomendaciones sobre el respeto a los derechos humanos, respondiendo así a la opinión de las autoridades del país que declaraban que había libertad religiosa y la gente podía asistir a las iglesias, pero la realidad era otra. Las personas que protestaron en una de las plazas principales de nuestra capital fueron golpeadas brutalmente por los agentes policiales. A decir de Mária Tomková, historiadora y profesora, la Manifestación de las Velas se convirtió en uno de los acontecimientos históricos más importantes de nuestra historia por resaltar al mismo tiempo, tanto las libertades religiosas como las cívicas. En realidad se trató de la primera manifestación masiva y pública de este tipo en la antigua Checoslovaquia. Incluso la primera gran manifestación en todo el bloque del Este, que unió a los adversarios religiosos y cívicos del comunismo. La mayoría de la sociedad eslovaca sigue valorando muy positivamente este acontecimiento histórico que además es uno de los temas que une y no divide a los ciudadanos de nuestro país.