El pasado miércoles hablamos sobre tres hombres que se opusieron al régimen socialista de una manera quijotesca, por ejemplo haciendo volar vitrinas comunistas.
Hoy les presentaré a otro rebelde particular, a Anton Podstraský. Pertenece a aquel puňado de terroristas de terciopelo, dado que fue condenado por haber descolgado los carteles políticos. No obstante, aquel acto de desacuerdo con la situación política no es lo más importante en la vida de Anton Podstraský. Este aňo Podstraský ha sido redescubierto como uno de los fotógrafas eslovacos más importantes. Ha sido editada su monografía y ahora es posible ver su obra en una exposición individual, instalada en Bratislava en marco del Mes de Fotografía. Cedo la palabra a Aurel Hrabušický, comisario de la exposición. Según sus palabras, a Podstraský lo conocía como a un bicho raro, popular entre los bohemios bratislavenses, no obstante no sabía qué valor tenía su obra:
”Sí, lo conocí más bien como a un personaje, que visitaba frecuentemente tabernas y tascas de Bratislava. Y éste fue el problema. A pesar de que los periódicos y semanales, a partir de los aňos 60 hasta los aňos 90, publicaban a menudo sus fotos documentales, no sabíamos sobre el verdadero valor de su obra. Es que él llevaba una vida particular, no le interesaba participar en las exposiciones, no se empeňaba en que sus fotos fueran conocidas, que le fuera editado un catálogo. Por ello, entre cierta clase social de la capital era famoso como un personaje, pero su obra cayó en desuso. Lo diré abiertamente: nosotros, los especialistas en la fotografía, lo subestimamos sin tratar de conocer mejor su obra.”
Podstraský nació en el aňo 1939 en el pueblo de Pružina, en Eslovaquia Central, y vino a estudiar a Bratislava en la famosa Escuela de Artes y Oficios. Después se empleó como fotógrafo en los estudios del Cine Eslovaco, documentando rodajes de varias películas importantes, y a partir de la mitad de los aňos 70 trabajaba como autónomo, lo cual no era nada corriente durante el socialismo.
”Él prefería vivir entre la gente de la clase social más baja, la que realmente no debió existir, de acuerdo con los principios del socialismo. Lo curioso es, entonces, que sus fotos documentan el lado opuesto del socialismo, del régimen, cuya retórica se centraba en maňanas de sol. En las fotos de Podstraský vemos a la gente desesperada, cansada de sus vidas, alcohólicos fracasados. En los periódicos publicaba sólo las imágenes humorísticas, que captaban la atmósfera de la calle. La parte más profunda de su obra, naturalmente, no pudo editarla. Fue también la razón por la cual apenas se le recordó después.”
Afortunadamente, Anton Podstraský llegó a conocer a Miro Miklas, un joven estudiante de fotografía. Se encontraron en el legendario mercado bratislavense de la calle de Miletič, donde se agrupaban no sólo los vendedores de verduras y frutas, sino también el abanico más variopinto de la plebe, de artistas, de especuladores, pues, de bichos raros. A Miro Miklas le asombró el archivo de fotos de Podstraský y fue el primero que se dio cuenta de su valor artístico y documental.
“Él sabía cómo captar paradojas del socialismo. Por ejemplo, en aquel período vivíamos acompaňados por lemas y letreros vaciados de contenido y Podstraský lo documentaba claramente en sus fotos. A menudo los carteles desempeňan el papel protagonista de sus fotos, siendo testigos irónicos de aquella época. Hoy vivimos en el ambiente abarrotado por la publicidad, antes lo eran lemas sobre cómo vivir para participar en la construcción de una mejor sociedad. U otra cosa... Podstraský, de una manera muy graciosa, enfocaba la costumbre de hacer cola en cualquier situación. En sus fotos vemos a perros, a niňos, a madres con carritos, cómo hacen cola pacientemente en la ocasión de inscripción en la escuela de idiomas o para conseguir carne, plátanos, una nueva alfombra o no sé qué. Se decía que era posible reconocer fácilmente a un checoslovaco, según se ponía en cada cola. Así pues, Podstraský ha documentado no sólo el hampa bratislavense, sino también la vida típica de todos nosotros en aquel entonces”, continúa charlando Aurel Hrabušický.
Anton Podstraský murió en el aňo 2007, justo antes de la inauguración de la exposición En Busca del Tiempo Perdido, donde se presentaban por primera vez también sus fotos. Murió sin saber que ahora los expertos dicen que no hay quien mejor capte el socialismo que él.