"Antes de crear este proyecto había colaborado con Adrián Rajter y la Filarmónica de Košice durante tres años, en los llamados conciertos educativos, donde pude ver que el público, los alumnos de las escuelas secundarias, consideraban la orquesta como algo muy serio y aburrido a la vez. Sin embargo la música sinfónica es uno de los logros de nuestra civilización más apreciados y como tal hay que hacerla accesible también a los jóvenes. Si su interpretación alcanza los más altos criterios de la calidad tiene un efecto catártico y transformativo. Por ello me he centrado en una interpretación absolutamente perfecta. Serán las experiencias como ésta las que formarán la conciencia de nuestros jóvenes."
La gente joven hoy vive en la realidad virtual, no obstante la música grabada ya no es música. Son solamente 0 (ceros) y 1 (unos) y no tienen el efecto emocional y energético que a la persona le puede ser brindado únicamente por un concierto en vivo.
"Nuestra sociedad no trabaja sobre la evolución de la conciencia de la gente. El arte y la música desarrollan la inteligencia emocional, lo que se refleja en cada ámbito de la vida y hay que aprovechar lo que la cultura nos puede brindar. Es necesario hacerlo de una manera sistemática y muy concienzuda. Si no lo hacemos, un día las salas de concierto estarán vacías", alega Anton Popovič.
Romeo y Julieta
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