No lejos del centro de la ciudad de Žilina se halla una pequeña estación ferroviaria. Se esconde debajo de los viaductos en los que reina un tráfico ferviente. A pesar de tanto ruido y movimiento, cuando uno entra en el área alrededor de la estación, se siente como si entrara en un espacio aparte de este mundo ordinario. Le rodea un jardín bonito, puede tomar café en un espacio placentero y sobre todo puede elegir de una oferta cultural variopinta. Lo que a mí me fascina es que a pesar de que este centro cultural existe desde hace el año 2003, no ha estancado en un modelo estricto y oxidado, todo lo contrario, sigue desarrollándose, busca nuevas y nuevas vías de cómo apoyar la cultura, la región y a la gente joven. Simplemente, este lugar siempre está abierto: tanto a la gente como a las ideas nuevas.
María Martín Paradinas
Máte problém s prehrávaním? Nahláste nám chybu v prehrávači.