Anna y Ján Mackovjak - “Justos entre las naciones” in memoriam

Anna y Ján Mackovjak - “Justos entre las naciones” in memoriam

Con ocasión de haberse celebrado el aniversario 73 del Levantamiento Nacional Eslovaco he decidido contarles una historia de heroísmo descubierta recientemente por una colega periodista, la redactora Dagmar Mozolová.
Justos entre las Naciones es una expresión del judaísmo empleada para referirse tradicionalmente al conjunto de personas de confesión no judía o extranjeros que merecen consideración y respeto por mantener una conducta moral acorde con los Siete preceptos de las naciones y a los que, según esta creencia, les espera una recompensa Divina. Hasta febrero de 2014 habían recibido este título 537 ciudadanos eslovacos. En comparación con el número de habitantes, Eslovaquia representa el país con más personas condecoradas con este título en el mundo.
En el año 2012 el título "Justo entre las naciones" fue otorgado "in memoriam" a los esposos Anna y Ján Mackovjak, que durante la segunda guerra mundial escondieron en su casa a dos judíos, a Valéria y su hijo Walter Polgár. El padre Juraj Polgár era un médico que vivía y trabajaba, junto a la familia, en la población de Margecany. Un día, el 22 de agosto de 1944 lo llamaron desde la población de Kojšov para que asistiera a una embarazada que después de haber dado a luz en casa presentó algunas complicaciones.
Escucharemos a tres narradores, a la señora Alžbeta Jenčušová de 90 años y que en esta historia desempeñó un papel importante. Seguidamente a su hija Anna Jenčušová y a Lukáš Mackovjak, bisnieto de los esposos Mackovjak.
Tenía 40 grados de fiebre. Ninguno de los hombres quiso ir a buscar al médico para ayudarme, puesto que todos sabíamos que en Margecany ya había muchos alemanes que reclutaban a los hombres que encontraban para llevarlos a los campos de trabajo. Los alemanes sobre todo buscaban a los partisanos. Así pues, nadie quiso ir, pero luego apareció uno que tenía una taberna en el pueblo y necesitaba cigarrillos y otros artículos. Entonces mi madre lo convenció para que fuera a buscar a nuestro médico. Juraj Polgár, el médico de nuestra familia desde hacía muchísimos años, cuando oyó el apellido Jakubisko inmediatamente se puso en marcha.
Como que la situación ya era bastante difícil porque las excepciones de la llamada Ley judía dejaron de estar en vigor, el médico decidió viajar con su esposa Valeria y su hijo Walter, que en aquel entonces tenía 17 años.
Mientras el médico estaba en mi casa poniéndome inyecciones y medicamentos, su señora Valeria y su hijo Walter se quedaron esperándolo en la parroquia de Kojšov. Mi madre intentó convencerlo para que se quedara con su familia en Kojšov y no volviera a Margecany ya que allí la situación era más peligrosa para los judíos. El médico se dirigió a la parroquia para consultar el asunto con su esposa. Decidieron que la madre y el niňo se quedaran en Kojšov y que el padre fuera a Margecany, tomara algunas cosas de la casa y regresara a Kojšov.
Sin embargo, la realidad fue otra. A Margecany ya le esperaban los alemanes, lo arrestaron y el 7 de septiembre en la localidad de Smolnícka huta Juraj Polgár tuvo que excavar su propia tumba. Murió fusilado.
Valeria y Walter se quedaron en Kojšov y durante un tiempo permanecieron ocultos en la parroquia, en la parte baja de la chimenea. Pero dado que la parroquia se encontraba en el centro del pueblo, precisamente al lado de la alcaldía, y también era visitada por una gran cantidad de personas, las preocupaciones del párroco aumentaban cada día. Así pues, un día decidió a preguntar a la familia Mackovjak que tenía una casa bien apartada y escondida si podía ofrecerles refugio a Valeria y a Walter. Aprovechando la ubicación distante del pueblo y, sobre todo, la ausencia de los vecinos, la familia Mackovjak en aquel tiempo ya ayudaba mucho a los partisanos. Su casa estaba rodeada por un arroyo que permitía despistar y borrar las huellas. También había muchos arbustos en los que era fácil esconderse.
En aquel entonces la pareja de Ján y Anna Mackovjak tenían tres hijos, el varón luchaba en la guerra y dos muchachas ayudaban en casa.
Mi abuela Anna Mackovjak provenía de una familia numerosa y en su casa a menudo recibía a muchos parientes, que se detenían allí por algún tiempo. Entonces bastaba con ocultar a Walter entre los jóvenes y que Valeria llevara un traje regional y se encargara de los trabajos en casa o en el campo… así llegaron a ser irreconocibles. Nadie hubiese dicho que eran judíos.
Todo ello duró 4 meses. Y realmente, en el pueblo nadie sabía que los Polgár se escondían en la casa de los Mackovjak.
Nosotros no sabíamos con certeza en que casa se encontraban Valeria y Walter. Ni lo queríamos saber. Si bien lo deducíamos de las circunstancias y de los acontecimientos, era mejor no saber nada, ni contactarse con ellos. Nuestra casa estaba en el centro del pueblo y nuestro vecino colaboraba con los fascistas, entonces, estábamos rodeados de mucha gente y, sobre todo, de alemanes que tenían un buen control sobre nuestra vida y nuestros desplazamientos. Hay que destacar que los alemanes ideaban diversas trampas para seguirnos. Por ejemplo, para descubrir a los partisanos ellos se vestían también de partisanos y se mezclaban entre la gente para descubrir los escondites.
Los partisanos, para camuflarse, se vestían como los alemanes y los alemanes, al contrario, se vestían como los partisanos. La gente tenía que estar muy pero muy atenta y ser cauta.
Las unidades alemanas venían con regularidad a nuestro pueblo. Si encontraban alguna huella de partisanos, incendiaban casas enteras. Por ejemplo, por esa razón el 14 de septiembre de 1944 incendiaron la taberna del pueblo o la cooperativa agraria de Kojšov.
Los alemanes no tardaban mucho a matar o fusilar a las personas o en incendiar alguna casa.
La gente vivía con mucho miedo y estrés, dado que durante el día venían los alemanes y por la noche los partisanos… y casi no se les podía reconocer. En las casas había una cocina y un solo dormitorio en el que dormía la familia entera. Así pues, a los partisanos se les dejaba la cocina y la familia rezaba toda la noche para que el vecino no notara nada.
Tener en casa un hombre oculto, un partisano o un judío significaba poner seriamente en peligro las vidas de toda la familia.
Los alemanes buscaban a los hombres de 16 años o más y cuando encontraban a alguien que se escondía lo mataban en el lugar. Un día la persecución fue tan intensa que los Mackovjak tuvieron que encontrarle un nuevo escondite a Walter. Lo ocultaron nuevamente en la chimenea de la parroquia, pero en la parte alta, donde se ahumaba la carne… allí estuvo varias horas.
El frente pasó por el pueblo de Kojšov en enero de 1945.
Luego finalmente llegaron los rusos y reprimieron a los alemanes… desde entonces vivimos en paz. Valeria y Walter se fueron, primeramente a Košice, y luego no tuve más información de ellos.
Valeria y Walter nunca más se habían encontrado con Anna y Ján Mackovjak.
Cuando trabajaba en correos conocí a una señora que me dijo que Valeria y Walter se fueron de Košice y durante mucho tiempo vivieron en Praga. Y luego, alrededor del año 1962 se fueron a Israel. En 1990 vino Walter Polgár con su esposa a visitar nuestro pueblo y los cementerios.

Spravodlivý_Mackovjak Máte problém s prehrávaním? Nahláste nám chybu v prehrávači.










Ladislava Hudzovičová

Živé vysielanie ??:??

Práve vysielame