Preparando mi contribución al proyecto de 20 años de Eslovaquia en la UE me tocó preparar un segmento dedicado a Italia. Con esta ocasión entrevisté a algunos personajes, italianos y eslovacos entre los cuales se encontraba también Barbara Bobuľová, actriz eslovaca de talla mundial, muy conocida en Italia, ganadora del premio David di Donatello y de dos premios Nastro d'Argento y 6 nominaciones. Tiene en su haber más de 40 películas italianas y 20 proyectos televisivos. Ha colaborado con los directores italianos más famosos. Hay que destacar también que antes de irse a Italia tenía ya en su currículo 4 películas televisivas y formaba parte del equipo artístico del Teatro Nacional Eslovaco.
La eslovaca Barbora Bobuľová, estrella reconocida y apreciada en el mundo del cine italiano, vive en Roma desde 1997 y rodó su primera película italiana en 1995. A pesar de vivir casi 30 años en Italia, la actriz habla un eslovaco muy lindo y correcto justamente marcado por la pura pronunciación de la Eslovaquia central. Para abrir nuestra charla le pregunté cómo fueron sus comienzos en la tierra de Michelangelo.
Para un actor encontrar trabajo en el extranjero no es para nada fácil, eso se debe a la diversidad del idioma. El idioma que representa la principal herramienta del actor llega a convertirse en la mayor barrera; sin embargo, yo tuve la suerte, como se suele decir, de haber subido al tren que pasaba delante de mí. Uno tiene que estar listo en el momento de subir rápidamente y yo tuve la suerte de encontrarme en el momento justo en el lugar justo. No tuve que buscar la oportunidad y tampoco desplazarme para encontrarla. Los cineastas italianos buscaban una “cara eslava “y vinieron directamente a Bratislava, donde yo en aquel entonces estudiaba en la Academia de artes escénicas.
Para un actor realmente no es fácil integrarse profesionalmente en un ambiente ajeno en el que se usa un idioma diferente. Creo que usted empezó a actuar siendo doblada, luego obtuvo papeles de extranjeras del Este y luego tuvo que trabajar mucho y estudiar mucho el idioma antes de recibir papeles de una “italiana corriente”.
Tengo que decir que en las primeras dos películas hablaba en italiano, aunque aún no entendía ninguna palabra. Para mí fue un trabajo durísimo, tuve que aprender todo de memoria, pero a los directores les gustaba. Más tarde, cuando vine a vivir a Italia, me doblaban o me ofrecían papeles de muchachas eslavas. Después de algunos años de esfuerzos y trabajos de perfeccionamiento del idioma llegó el momento del cambio y desde entonces empecé a recibir papeles de italianas corrientes. Tengo que destacar que el idioma italiano, aunque parezca fácil, no lo es. Aparte de la gramática, si lo quieres pronunciar de manera correcta, tienes que aprender algunos sonidos como son, por ejemplo, la letra E abierta y cerrada, la O abierta y cerrada y la letra GL, que es aún más suave que la Ľ eslovaca. En este caso me ha ayudado mucho la región de mi origen, puesto que en Martin solemos usar la Ľ, incluso demasiado, por lo que me sentí con ventaja. En todo caso, usted tiene razón, fue una sensación de satisfacción muy agradable, la de integrarme plenamente entre las actrices italianas.
Quizás la sensación de estar al mismo nivel que otros colegas vale más que recibir numerosos premios de reconocimiento.
Sí, sí, los premios también conllevan una sensación muy agradable, pero la plena integración en el mundo profesional de la cinematografía italiana lo es mucho más. Los premios no te cambian la vida tanto como las ofertas de trabajo de papeles interesantes. Tengo el sentimiento de haber conseguido una conquista real, una conquista enorme.
¿Ve usted algunas diferencias entre las artes dramáticas en Eslovaquia y en Italia?
Sí, hay muchas. Mientras que en Eslovaquia en el nivel superior de educación existe solo la Academia de Artes Escénicas, donde se forman tanto músicos como actores de todo tipo, en Roma existen la Academia de Artes Dramáticas y el Centro Experimental di Cinematografía. Además, entre los actores de teatro y los de cine o de televisión existe un abismo. Todavía algunos años atrás era imposible ver a un actor de teatro en una película, a diferencia de Eslovaquia, donde el actor tiene que pasar por todo tipo de actuaciones y presentaciones.
¿Desde cuándo usted se siente en Italia o en Roma como en casa?
Probablemente desde el momento de la maternidad. Aquí en Roma di a luz a dos hijas y puedo decir que justamente la fundación de mi familia me aportó la sensación de sentir aquí mi hogar familiar.
Dígame qué es lo que le falta de Eslovaquia cuando se encuentra en Italia y viceversa...
Echo de menos, por ejemplo, un buen espectáculo de teatro. Cada vez que voy a Eslovaquia asisto a un espectáculo de teatro. Creo que el teatro eslovaco está a un nivel muy alto de profesionalidad. Por otro lado, aquí en Italia no es fácil encontrar un buen espectáculo de teatro. Yo misma actué en dos obras teatrales, aquí en Italia, pero entendí que este mundo es incompatible con el mundo del cine. Es que aquí no existen los teatros de repertorio, sino que un grupo de actores estudia una obra teatral y luego la presenta todos los días desplazándose por el país. Es un puro teatro ambulante. Así pues, durante ese contrato el actor no puede desarrollar ninguna otra actividad. A veces pasan 6 meses sin poder firmar otra colaboración. Desafortunadamente, las películas se suelen realizar muy rápidamente. Es decir, el teatro le quita al actor otras oportunidades de trabajo.
En la película biográfica Coco Chanel dirigida en 2008 por Christian Duguay Barbora Bobuľová tuvo el papel de la joven Coco.
Suele viajar a Eslovaquia para visitar a su familia, ¿verdad?
Sí, sí, viajo a Eslovaquia con bastante regularidad, por ejemplo, todas las Navidades las suelo pasar en Martin, junto a mis padres e hijas.Solo una vez me quedé en Roma, por el Covid, y eso no me gustó nada de nada. A Martin suelo viajar también para descansar, puesto que la ciudad es muy tranquila, pero, después de unos 10 días echo en falta la vivacidad de Italia y la espontaneidad de los italianos. Un amigo italiano que vino a Eslovaquia, dijo que le parece que en Eslovaquia alguien estuviera siempre girando una ruedecilla en la radio para bajar el volumen del sonido. Por todos los lados el sonido tiene menos decibelios – en la calle, en los restaurantes, en las tiendas, etc. Tiene razón, precisamente ese ruido es lo que a veces me parece demasiado y a veces lo echo en falta.
A pesar de todo ello se dice que las mentalidades italiana y eslovaca tienen mucho en común... ¿qué piensa usted al respecto?
Nosotros, los eslovacos, tenemos un carácter más cerrado con respecto a los italianos. Cuando empecé a vivir en Italia me molestaba, por ejemplo, la costumbre o el gesto de abrazar y besar a casi todas las personas que encontraba. No me sentía cómoda en aquellas situaciones. Yo realmente soy una persona que no busca compañía y no sale por la noche para buscar entretenimiento. Amo mi casa y el estar en casa. Sin embargo, con los años absorbí mucho de la mentalidad italiana, incluidos los besos para saludar a alguien y ahora, al contrario, tengo problemas cuando vengo a Eslovaquia y me sale natural saludar a alguien, sea un buen amigo o no, besándolo en ambas mejillas. Esa costumbre se me "ha pegado", pero, luego me doy cuenta de que a los eslovacos que no conocen bien a los italianos les puede parecer raro…
Usted tiene dos hijas, ¿piensan ellas en seguir las huellas de su madre?
Desgraciadamente debo decir que sí. Digo "desgraciadamente" porque creo que la mayoría de los actores no quiere que sus hijos sigan sus huellas profesionales. Tengo dos hijas, de 15 y 17 años. Es la mayor la que ha empezado a interesarse en tomar parte en castings. Yo naturalmente no estoy muy de acuerdo y le digo que espere por lo menos un año para que sea por lo menos mayor de edad y sea más competente para tomar decisiones tan importantes. Afortunadamente, la más pequeña por el momento no se plantea este tipo de preguntas u objetivos.
Nuestra agradable charla con Barbora Bobuľová la terminamos ofreciéndoles la canción Stella – Estrella, canta Lucio Dalla.
Barbora Bobuľová
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