Hace unos días me presenté a una mujer, alargué el brazo para saludarla y ella con ansiedad escondió su mano detrás de la espalda. Situaciones como ésta son también una de las consecuencias de la pandemia. Sin embargo, el contacto físico, abrazos, la confianza del uno en el otro, son la base de una vida feliz. ¿Cómo manejar entonces con esta situación y no permitir que el virus acabe aquellos hábitos sociales nuestros, que nos aportan felicidad? Hace unos días debatí a este respecto con Magdaléna Takáčová, terapeuta de danza en movimiento. Antes que nada la pedí presentarse.
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Mária Mangová
