Entrevistamos a Ľubica Gálisová, presidenta del Foro de la Ayuda a las Personas Mayores

Entrevistamos a Ľubica Gálisová, presidenta del Foro de la Ayuda a las Personas Mayores

El tema de la pandemia ha penetrado paulatinamente en todos los sectores de la economía y en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Tuvimos que adaptarnos a la nueva realidad en contra de nuestra voluntad. El coronavirus, aparte de la enfermedad, nos ha traído a todos varios problemas, preocupaciones y miedos. Sin embargo, hay personas que están mucho más expuestas al peligro que el resto de la gente. Los ancianos quizás representan el grupo más numeroso de las personas más vulnerables y más desaventajadas. En este tiempo prenavideño decidimos dedicarnos un poco más a este tema. Entrevistamos a la señora Ľubica Gálisová, presidenta del Foro de ayuda a las personas mayores con sede en la ciudad de Prievidza, y le preguntamos con qué preguntas se dirigen los ancianos a su Línea Senior.

Las preguntas son muchas. La gente no sabe qué hacer, no dispone de la información suficiente y no sabe cómo acceder a ella, no sabe orientarse en los testeos de Covid-19, etc. Para los ancianos llega a ser un problema también el acceso a la comida, a los médicos, a los medicamentos. En una situación tan grave como es esta, para ellos llegan a ser difíciles casi todas las actividades cotidianas. Además, siempre hay que tomar en consideración el hecho de que este grupo de edad, más que el resto de la gente, sufre mucho de soledad. Últimamente se quejan también por otro fenómeno que aparece con mayor frecuencia. Y es cuando tienen que arreglar algún asunto en las oficinas de administración regional u otras instituciones, sienten que el personal que los atiende no quiere esforzarse para explicarles las cosas bien, tiene poca comprensión hacia su edad o simplemente les demuestra poca paciencia, poco respeto.

La gente que necesita arreglar algún asunto, tiene que esperar metiéndose en la cola que se forma delante de casi todas las instituciones. Ahora, durante el invierno, es fatigoso también para los jóvenes, imagínense para los ancianos… ¿No les piden ayuda también en estas cosas?

Más que el frío les impide hacer la cola su estado de salud. Sabemos todos bien, que la mayoría de los ancianos ya se esfuerza solo para caminar. Desafortunadamente la sociedad de hoy no suele dejar pasar o ceder el asiento a los ancianos. Los jóvenes incluso piensan que las personas mayores, al disponer de más tiempo libre, podrían dedicar más tiempo para hacer colas. Nuestra sociedad en general excluye a los ancianos, podríamos decir que los estima poco, los comprende poco y los respeta poco…

¿Ha aumentado el número de las llamadas telefónicas a su línea de ayuda?

Seguro que sí. Podría decir que el número de las llamadas telefónicas es cuatro veces mayor. Muchas veces nos llaman las personas que tienen problemas de salud y no logran conectarse telefónicamente con sus médicos o con los centros de salud, dado que estos son sobrecargados. Muchos ancianos tienen miedo de cómo se desarrollara la situación del coronavirus… también tienen miedo de enfermarse, obviamente. Más precisamente dicho, nuestros ancianos caen en el estrés y en la depresión. Los jóvenes, sus hijos o nietos u otros familiares, todos están ocupados en otras actividades y nadie tiene tiempo para atenderlos, para escucharlos. Así se sienten muy solos.

¿Aparecieron problemas del todo específicos en relación con la pandemia?

No lo diría, la pandemia solo evidenció, solo enfatizó problemas que antes no queríamos ver, pero ellos ya estuvieron aquí presentes ya desde hace mucho tiempo. Creo que se dedica poca atención a la salud mental de los ancianos o a sus necesidades. Nadie les ayuda porque no se sabe en qué y cómo ayudarles. Hay que poner en marcha cambios sistemáticos. Hay que abrir un debate público, hay que dirigirse sobre todo a las instituciones que trabajan en este sector y en cooperación con ellas hay que definir bien las necesidades de los ancianos junto a las instituciones o ministerios que luego serían responsables del cumplimiento de las respectivas tareas.

La situación en Eslovaquia es muy variada… De los ancianos se ocupan las alcaldías y así sucede que en una ciudad los ancianos viven mejor y en otras peor. Unos reciben las compras a la puerta de su casa, gracias a la colaboración de los voluntarios, otros están abandonados porque la alcaldía dice de no tener los medios financieros suficientes y no dispone de una red de voluntarios para poder organizar la beneficencia.

Es precisamente así. Algunos ancianos incluso nos llaman a nosotros para que intervengamos. Nos piden llamar a su alcaldía y contarles como solucionan la ayuda para los ancianos en otras ciudades. Quieren que les sugiramos lo que podrían hacer. Entonces, tenemos ciudades que tienen una relación maravillosa con los ancianos y, por otro lado, tenemos también las que se interesan poco en la generación de las personas mayores.

¿Desarrollan ustedes alguna actividad involucrando a los jóvenes?

Sí, nosotros nos empeñamos en involucrar a los jóvenes en varias actividades. Según mi opinión la sociedad entera debería empeñarse en desarrollar actividades para mejorar la relación entre los jóvenes y los ancianos. O mejor dicho para crear una relación entre los jóvenes y los ancianos. Puedo decir que los proyectos que realizamos en este ámbito ya han dado frutos. Los jóvenes empezaron a entender que los ancianos podrían ser de alguna manera útiles para ellos. Entendieron que las experiencias y las habilidades de las cuales disponen los ancianos podrían servirles para algo. La sociedad de hoy parece que se olvida de este hecho.

¿Podría usted presentarnos alguno de estos proyectos?

Nuestro proyecto se llama "el ángel de la ayuda para los ancianos". O más bien es el nombre de una condecoración. Otorgándosela a los jóvenes por varios actos de caridad queremos motivarlos para que continúen ayudando a los ancianos y para que den un buen ejemplo a sus coetáneos. Debo decir que muchos de los galardonados constataron que más que brindar ayuda, ellos mismos se convirtieron en receptores de la energía, de experiencias, conocimientos, consejos o cuentos. Entonces, entendieron que en este ámbito vale que obsequiando uno recibe más que cuando está obsequiado. Cuando visitamos las escuelas organizando encuentros con los niños, muchos de ellos nos confiesan que no conocen o conocen poco a los ancianos que forman parte de su familia… Es muy triste.

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Ladislava Hudzovičová Foto: TASR

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