Enero de 1987. Mi colega de la redacción francesa, Katarína Vassalová, recuerda, que el día del Año Nuevo estaba dando un paseo por el puente de Piešťany y de un momento a otro le entró tanto frío que tuvo que ir corriendo a tomar el autobús. De vuelta a Bratislava tuvieron que tener atadas las puertas con una cuerda, ya que las cerraduras estaban congeladas. La temperatura bajó en una hora en 10 °C. Y fue tan sólo el comienzo de las dificultades de aquel enero legendario. El 9 del mismo mes empezó a nevar y siguió nevando durante las siguientes 68 horas. Mi colega, Ladislava Hudzovičová, también es testigo de aquellos acontecimientos, siendo en aquel entonces estudiante del primer grado de la escuela secundaria.