Dos años después de que los comunistas tomaran el poder en febrero de 1948, comenzaron en la antigua Checoslovaquia las acciones para liquidar monasterios masculinos y femeninos. Hoy, 13 de abril, se cumple el 73 aniversario de la Acción K (monasterios), que las autoridades comunistas utilizaron para liquidar monasterios masculinos e internar a monjes. A partir del año 1993 esta fecha es un día conmemorativo y se celebra como el Día de los Injustamente Perseguidos. La Acción K, también conocida como la Noche Bárbara, fue precedida por un ultimátum del ministro de Justicia, Alexej Čepička, pronunciado en las negociaciones con los obispos católicos romanos el 17 de febrero de 1949. En él, exigía que la Iglesia declarara lealtad inequívoca al gobierno, levantara las suspensiones de los sacerdotes que colaboraban con el régimen comunista y suspendiera a los sacerdotes condenados por supuestas actividades contra el Estado. Más tarde, del 31 de marzo al 4 de abril de 1950, también se celebró en Praga un proceso judicial contra líderes de órdenes religiosas. De los diez acusados, nueve eran checos y uno eslovaco, el redentorista Ján Mastyľák, que fue condenado a cadena perpetua. La Acción K fue finalmente aprobada por el comité central del Partido Comunista Checoslovaco en febrero de 1950 a tal escala que fue una de las más espectaculares no sólo de Checoslovaquia, sino de toda Europa Central. En la noche del 13 al 14 de abril de 1950, miembros de la Seguridad Nacional, la Milicia Popular y el Servicio de Seguridad del Estado, algunos ayudados por el ejército, asaltaron 56 monasterios masculinos en toda Checoslovaquia. Los monjes fueron trasladados en autobuses y camiones a los llamados “monasterios de concentración”. Tras esta acción, en la noche del 3 al 4 de mayo de 1950, tuvo lugar la Acción K2, en la que también fueron ocupados los monasterios masculinos restantes. Estas dos intervenciones afectaron a 1.180 monjes de 15 órdenes religiosas que vivían en 76 monasterios de Eslovaquia. El régimen en los llamados monasterios de concentración se regía según normas similares a las de una prisión. Muchos monjes emprendieron el camino del sufrimiento en campos de trabajos forzados y pasaron años en prisión tras juicios políticos escenificados.
La vida religiosa se reanudó en Checoslovaquia tras el anuncio de la Fiscalía General de la República Socialista Checoslovaca, el 29 de noviembre de 1968, de que no existía base legal alguna para impedirla.