Si bien el Día de Todos los Santos tiene un significado diferente del que tiene el Día de los Fieles Difuntos, la mayoría de los eslovacos celebra ambas fiestas de manera similar.
A decir de Katarína Popelková, etnóloga del Instituto de Etnología y Antropología Social adjunto a la Academia Eslovaca de Ciencias, la mayoría de la gente durante estas dos fiestas suele visitar los cementerios y encender velas, candeleros y lámparas en las tumbas de sus seres queridos. “Los candeleros y velas se encienden también en las tumbas de las personalidades históricas, en los monumentos a los caídos y al pie de las grandes cruces que hay en cada cementerio. Estas representan un lugar de conmemoración común y ofrecen a la gente la posibilidad de recordarse de los familiares que están enterrados en otros lugares”, precisó.
El Día de Todos los Santos, que tradicionalmente se celebra el 1 de noviembre, tiene un profundo significado cultural y religioso, pero el impacto que tiene esta fiesta en el medio ambiente es innegable.
Con la llegada del Día de Todos los Santos, millones de personas en todo el mundo acuden a los cementerios para honrar la memoria de sus seres queridos fallecidos. Sin embargo, las desgarradoras tradiciones de este día van acompañadas de consecuencias medioambientales no deseadas como son los atascos y el aumento de las emisiones contaminantes.
A medida que aumenta el número de vehículos en las carreteras, se incrementan también las emisiones de gases de efecto invernadero, incluido el dióxido de carbono y otros contaminantes como son los óxidos de nitrógeno. Las emisiones concentradas del transporte pueden tener un efecto adverso en la calidad del aire, especialmente en las zonas urbanas. Esta contaminación puede ocasionar problemas respiratorios y otros problemas de salud que afectan tanto a las personas como al medio ambiente.
Las consecuencias ambientales de la congestión del tráfico se ven exacerbadas por el gran número de participantes. Cada vez más eslovacos para esta fecha, además del coche, utiliza el tren. Este último medio de transporte tiene menos impacto sobre el medio ambiente, pero con el aumento del número de pasajeros, los trenes no logran cubrir la demanda.
La tradición de llevar flores a las tumbas el Día de Todos los Santos es otra cuestión que también podría contribuir significativamente al impacto medioambiental. La mayoría de los arreglos florales, a menudo se importa de lugares lejanos, lo que provoca emisiones excesivas de carbono en el transporte.
Además de la cuestión del transporte, el cultivo de las flores puede implicar el uso de pesticidas y otros productos químicos. Estas sustancias no sólo son perjudiciales para el medio ambiente, sino que además suponen un riesgo para la salud de los trabajadores agrícolas y los ecosistemas locales.