Queridas conciudadanas, queridos conciudadanos,
Les deseo mucha salud, satisfacción y comprensión en el umbral del Año Nuevo. Hoy conmemoramos el trigésimo primer aniversario de nuestra Estatidad. Deseo que el año 2024 les traiga más paz y estabilidad.
Nuestros deseos y expectativas personales para el año que comienza pueden diferir, pero en este momento casi todos tenemos la esperanza de que se cumplan y que, aunque haya complicaciones y dificultades, lograremos solucionarlas y las cosas irán mejor.
Sin embargo, en los tiempos difíciles que vivimos en los últimos años, incluso hasta nuestra esperanza se enfrenta a menudo a una dura realidad. Y esta, nos trajo demasiadas crisis, que fueron fuente de incertidumbre y pusieron a muchas personas en situaciones vitales difíciles. El año pasado no fue la excepción. Vivimos numerosos conflictos políticos, la salida del cargo de tres primeros ministros, una feroz campaña electoral y la celebración de elecciones anticipadas. Fue sin duda un año difícil, lleno de cambios, expectativas, pero también de decepciones.
Quizás el mayor cambio se produjo con las elecciones anticipadas. Los cambios de gobierno también son parte de la democracia. Sin embargo, las elecciones no cambian la sociedad y, los valores democráticos en los que ésta se basa no deben cambiarse. Y si hay un esfuerzo por lograr cambios fundamentales, debería ser después de un análisis exhaustivo y un debate honesto. Durante la construcción del Estado necesitamos la continuidad de valores. No sólo declarada, sino real.
Por eso, protejamos y promovamos nuestros valores democráticos constitucionales. Protejamos también las instituciones, cuyo funcionamiento es necesario para la democracia. Ya sean órganos encargados de hacer cumplir la ley, medios de difusión libres u organizaciones no gubernamentales. Sigamos haciéndolo con respeto y decencia, para que el deseo de luchar no oscurezca la mente de nadie, y para que la propia lucha no se convierta en el significado principal de nuestras acciones en lugar de los valores que queríamos proteger.
La construcción y el fortalecimiento de la estatidad es nuestro deber conjunto. Es posible que no podamos suprimir de inmediato todos sus males y deficiencias. Pero eso no puede ser motivo para que resignemos. No somos responsables del resultado, pero sí somos plenamente responsables de nuestra contribución.
Queridos conciudadanos,
Sería una falta de respeto a la verdad si nos dijéramos que no hay motivos para estar en desacuerdo o insatisfechos con muchos fenómenos de nuestra sociedad. La lista de motivos es larga. Sin embargo, hablemos también de aquello de lo que podemos estar orgullosos y podemos confiar, en lo que respecta a nuestra sociedad.
Ustedes, los ciudadanos, la sociedad civil, que desde hace años viene demostrando su madurez y solidaridad, son sin duda el motivo para sentir orgullo. Los ciudadanos activos y las organizaciones no gubernamentales desempeñan desde hace tiempo importantes funciones en los ámbitos de la asistencia social, la educación, la protección del medio ambiente o la promoción de los derechos de las minorías y de todas las personas, sin distinción. También podemos confiar en los gobiernos locales, que una vez más han confirmado su viabilidad y profesionalismo y han sido un elemento estabilizador del funcionamiento de nuestro Estado en tiempos cambiantes.
El resultado de su trabajo es una ayuda concreta, a veces incluso cambios sistémicos. Sin embargo, siempre es una contribución para que podamos confiar un poco más en nosotros mismos y en los demás.
Queridas conciudadanas, queridos conciudadanos,
La ayuda es la base de la confianza, y la confianza es un requisito previo para un Estado que funcione y una comunidad cohesiva.
Por tanto, el papel principal del Estado en situaciones de crisis debe ser la asistencia directa a quienes se encuentran al borde de la supervivencia. La pobreza desde hace tiempo no sólo afecta a las personas que han perdido su empleo, sino también a trabajadores y a familias enteras que viven sin ahorros y en condiciones que amenazan su dignidad.
Hoy en día, las familias incompletas, monoparentales y especialmente los niños corren el mayor riesgo. Precisamente los niños y las generaciones jóvenes son a los que más les debemos. Incluso los expertos nos advierten que se está abriendo una brecha entre nosotros y la generación más joven. Acorde con numerosos estudios realizados, los jóvenes se sienten incomprendidos y solos, se convierten en víctimas de bullying, y buscan cada vez más la ayuda de psicólogos y psiquiatras. Y ya no es nada raro que se quiten la vida.
Por esta razón, debemos interesarnos mucho más por los problemas de los jóvenes. Necesitamos crear un entorno escolar seguro para ellos, dejarles un sistema de pensiones funcional, finanzas públicas sostenibles y no dejarles en la incertidumbre en la cuestión de la crisis climática.
La generación joven de hoy sentirá nuestros errores, nuestra falta de atención e irresponsabilidad en mayor medida que nosotros, sus padres. Debemos estar anclados en el presente, pero no debemos olvidar que esto no nos exime de responsabilidad ante el futuro.
Queridas conciudadanas, queridos conciudadanos,
Como presidenta, me dirijo a ustedes por última vez en este Año Nuevo. Cuando asumí el cargo de presidenta dije que, si queríamos gestionar con éxito el viaje desde Eslovaquia, tal como es, a Eslovaquia como podría ser, deberíamos hablar abiertamente sobre lo que nos favorece y lo que nos obstruye.
Después de cinco años en el cargo, estoy convencida de que uno de los mayores obstáculos para nuestro desarrollo es la falta de cultura, sobre todo en política, y la cantidad de conflictos dentro de la sociedad. Para algunos, esto también es un obstáculo para permanecer en el país y, para otros, un obstáculo para regresar a casa.
La enemistad se está convirtiendo en un sello distintivo de la vida pública. Sin embargo, también se ha extendido a nuestras familias, hogares y relaciones entre las personas. La grosería, la vulgaridad y la mentira no son signos de fuerza, sino de debilidad. A ellos recurren personas débiles que, atraídas por este tipo de comportamiento, lo repiten. La verdadera fuerza reside en la calma y la perspectiva. Y la mayor fortaleza es la capacidad de autocontrol.
No es casualidad que uno de los atributos de la democracia sea la capacidad de intercambiar opiniones y comunicarse con decoro, de respetar a otras personas incluso con posturas diferentes. Estas características y cualidades demostraron ser un requisito previo necesario para que las personas pudieran coexistir y formar una sociedad funcional. Son estándares creados a lo largo de años de desarrollo.
Simplemente necesitamos más verdad y amor, por más patético que parezca. Por último, recordar los valores y cualidades demostrados a lo largo de siglos no tiene por qué ser patético. Que sean notorios no es signo de su devaluación, sino por el contrario, confirma su vigencia e importancia. En la actualidad, todavía los necesitamos.
Todos necesitamos más amabilidad y comprensión en la comunicación, en las interacciones, incluso cuando no estamos de acuerdo. Sobre todo, en situación de este tipo. Porque siempre hay una persona frente a nosotros, porque todos pertenecemos a la misma familia humana. Las personas no deben sentirse amenazadas, sino seguras y pertenecientes a su comunidad, a su entorno, para que puedan combinar sus capacidades y fortalezas.
Queridas conciudadanas, queridos conciudadanos,
A pesar de los años difíciles que hemos atravesado, debemos mirar hacia el futuro con esperanza. Durante los casi cinco años de mi mandato, me he encontrado con miles de personas. Han sido historias excepcionales: grandes talentos, empleados de empresas exitosas, excelentes científicos, personas en fábricas, pueblos y ciudades. Y cada vez que sonaba el himno nacional eslovaco durante una visita al extranjero, esta experiencia también estaba conmigo. Había innumerables razones para sentirme orgullosa de Eslovaquia, el país al pie de los Tatras, al que todavía le queda un largo camino por recorrer, pero que ya ha recorrido parte de ese camino exitoso.
Les deseo un feliz y notorio Año Nuevo.