El nuevo barómetro anual EV Index 2024 clasifica a los países según el número de cargadores en relación con los VE o su disponibilidad en el país. Eslovaquia ocupa el puesto 12 de 30 en Europa, junto con Estonia, mejorando año tras año, pero este exitoso resultado tiene truco. La segunda edición de la clasificación, elaborada por la empresa holandesa de tecnología de datos y cartografía HERE Technologies y la firma británica de investigación automovilística SBD Automotive, arrojó algunos resultados inesperados. Una de las sorpresas fue que Eslovaquia no sólo se situó tres puestos por encima del año pasado, sino que cosechó los mayores elogios en un área que suele considerarse su talón de Aquiles. Obtuvo una alta puntuación en la relación entre el número de vehículos eléctricos matriculados y el número de puntos de recarga públicos, en la que se espera que Eslovaquia sea la cuarta mejor de Europa. Eslovaquia es una potencia automovilística, pero los eslovacos son los que menos coches eléctricos compran de todos los países de la UE. Además de las desgravaciones fiscales a las empresas, ayudarían a la electromovilidad las subvenciones directas a la compra de coches eléctricos del plan de recuperación, como pasa en la República Checa, Polonia o Austria. Según las estadísticas de la Asociación Eslovaca de Electromovilidad, a finales de junio de 2024 había 2.158 puntos de recarga públicos en 861 localidades de Eslovaquia, con una capacidad total instalada de 107.536 kilovatios. Lo más positivo es que el ritmo se está acelerando: desde principios de año se han añadido 350 nuevos puntos de recarga y la capacidad ha aumentado hasta un tercio. Es decir, hay suficientes cargadores para los coches eléctricos, pero los eslovacos apenas compran coches eléctricos por falta de ayudas estatales.
A finales de 2023, según los datos de SEVA, había 10 273 coches y pequeños vehículos comerciales eléctricos de batería matriculados en Eslovaquia. El ritmo de crecimiento también se está acelerando, con 4 293 vehículos más durante el año pasado.
El Reglamento de la Unión Europea sobre Infraestructuras de Combustibles Alternativos establece actualmente unos requisitos mínimos para garantizar una cobertura básica en cada país, pero corresponde a los Estados fijar su propia estrategia para superar esos mínimos.