En Eslovaquia actualmente estamos sufriendo los tórridos de casi 40°C. Así pues, los eslovacos que no han viajado al mar están buscando oportunidades de bañarse en piscinas, lagos, embalses o ríos. Los bratislavenses, por ejemplo, tienen los Lagos de Sol de Senec, los habitantes de Banská Štiavnica se bañan en los viejos lagos mineros llamados Tajchy. Y en el este del país se encuentra un embalse artificial conocido y amado por todos - Zemplínska Šírava, que sigue llevando el sobrenombre de “mar eslovaco”.
Zemplínska Šírava, originalmente llamado embalse de Vihorlat, es un embalse de agua situado en la cuenca de Bodrog, bajo las colinas de Vihorlat. Es el segundo embalse más grande de Eslovaquia en términos de superficie y el tercero en términos del volumen total de agua (después de Liptovská Mara y el embalse de Orava). Es un destino turístico muy popular con siete centros de ocio. Se utiliza además para el riego de las tierras agrícolas del Este de Eslovaquia, para la protección contra las inundaciones y como fuente de agua para la industria. La parte oriental del embalse es una zona protegida. La superficie del agua de Zemplínska Šírava cubre un área de 33 km². El embalse tiene una longitud máxima de 11 km, 3,5 km de ancho, 3,5 m de la profundidad media y 14,7 m de profundidad máxima.
Zemplínska Šírava se construyó entre los años 1961 y 1965. El objetivo principal de la construcción de la presa era proteger la zona contra las inundaciones y regar las tierras agrícolas. Las actividades recreativas sólo se tomaron en consideración de forma marginal y en un sentido local, y para ello originalmente se seleccionaron tres centros turísticos. Sin embargo, tras la primera temporada de 1966, estos cálculos resultaron ser insuficientes, ya que la presa atrajo a un número de veraneantes muy superior al previsto en el plan. En 1968, las visitas superaron el medio millón de personas; en la segunda mitad de la década de 1970 superaron un millón. El inesperado interés por el Zemplínska Šírava impulsó la construcción de instalaciones turísticas, que en los primeros años se caracterizaron por su espontaneidad y por su estado provisional.
Se dice que no hubo que trasladar ni un solo pueblo a causa de la construcción de la presa de Zemplínska Šírava, lo que la diferenció de otras grandes estructuras de gestión del agua similares. Por ejemplo, la construcción de la cercana Domaša requirió el reasentamiento completo de seis pueblos y de dos parcialmente. Pero hay que recordar que también las aguas de Zemplínska Šírava obligaron a muchos viejos habitantes de aquella zona a abandonar sus hogares. En total, tuvieron que ser desalojadas las personas de 133 casas. Convencer a algunos de ellos de que se fueran a vivir a otro lugar fue un gran problema que incluso tuvo que ser resuelto por el gobierno de Praga. Además, hubo que reubicar tres escuelas primarias, trasladar una carretera, inundar una línea férrea de vía estrecha, etc.
"El futuro embalse captará principalmente las aguas torrenciales del Laborec y reducirá el nivel de la ola centenaria", informó en aquel entonces el diario Pravda prometiendo que al mismo tiempo, el embalse nuevo serviría para regar más de 80 mil hectáreas de tierras agrícolas en las zonas bajas. Otra misión, de la que no se escribió mucho en aquel entonces, fue la construcción de la central hidroeléctrica en el pueblo de Vojany, y a sólo unas decenas de kilómetros, se iniciaba la construcción de las dos primeras unidades de la central térmica. El agua del embalse de Zemplínska Šírava serviría para enfriarlas.
Sin embargo, el interés por las vacaciones en Zemplínska Šírava creció año tras año. Los inconvenientes dieron paso a las ventajas, entre las que destacan, sobre todo, la alta incidencia de días soleados y cálidos en el periodo de mayo a septiembre y la simbiosis del clima cálido de las tierras bajas con el clima de montaña de la cercana cordillera de Vihorlat.
El año 1970 fue un punto de inflexión cuando, como resultado de la política de normalización, los viajes al Mar Adriático volvieron a ser difíciles. El régimen pareció darse cuenta de que tenía que ofrecer alguna compensación a la población y comenzó a invertir fuertemente en la infraestructura turística. Fue en los años setenta cuando se construyeron los complejos turísticos de Biela Hora, Hôrka, Medvedia hora, Kaluža, Kamenec, Klokočov y Palkov. Parte de la construcción fue la adecuación de las playas contra la fluctuación del nivel del agua, se construyeron un puerto y un muelle para el transporte de barcos, aparcamientos, suministro de agua y el sistema de alcantarillado.
Mientras tanto, el número de visitantes aumentó. Ya en 1973 superaba el millón y medio de personas y diez años después ya se acercaba a los dos millones. Entre los visitantes, predominaban los eslovacos y los checos, pero cada vez había más veraneantes procedentes de los países vecinos del bloque oriental.
Otro punto de inflexión se produjo después de 1989 cuando cayó el régimen socialista y la gente finalmente pudo elegir y tomar vacaciones relativamente baratas en centros turísticos de la costa del mar, algo que antes sólo podía soñar. Pero, ¿fue ésta la única razón de la disminución del interés por Zemplínska Šírava? Sin duda, el cambio en las relaciones de propiedad, la privatización y la restitución, los cambios en la organización y la financiación del turismo por parte del Estado también influyeron. En los últimos años, el número de los visitantes ha aumentado a 120 mil. Pero, ¿qué es esto comparado con el número de visitantes de hace 30 o 40 años?
Zemplínska Šírava
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